Un bono común emitido por el estado es un certificado empleado para financiarse que el inversor compra por un tiempo definido (por ejemplo, 30 años) y al terminar este tiempo (al transcurrir los 30 años), el estado le devuelve la cantidad de dinero que invirtió en el bono. Además durante el plazo de tenencia, el inversor recive un rendimiento por intereses fijos anuales, del que también se hace cargo el estado. Por otro lado, los bonos perpetuos son bonos que no tienen una fecha de vencimiento establecida; es decir, no se pueden canjear en ningún momento. Sin embargo, mientras el inversor mantenga el bono, se generan rendimientos, los cuales son más altos que los de un bono común y que es responsabilidad del Estado pagar. Ambos tipos de bono se pueden vender transfiriendo todos los derechos de ganancias futuras al nuevo propietario del bono. En ambos tipos de bonos se mantienen las tasas de interés fijadas en su emisión; sin embargo, el interés a futuro de un bono perpetuo no se verá afectado por los cambios del mercado. Por el contrario la emisión de bonos comunes se ve supeditada al interés del mercado y, por tanto, no es constante.